Marcos Temoche

Artista Plástico

Morriña

 

 

 

Marcos Temoche, Morriña, 2019: El desarraigo como certeza

 

Fabiola Arroyo

 

 

Un barco parece un objeto cuyo fin es navegar, pero su fin no es navegar: es llegar a un puerto. (Fernando Pessoa, Libro del desasosiego)

 

Marcos Temoche (Caracas, 1982) presenta la video instalación in situ, Morriña, 2019 como parte del programa público de la exposición Crónicas Migrantes. Historias comunes entre Perú y Venezuela, en la sala 2 del Museo de Arte Contemporáneo, MAC-Lima, Barranco, con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones, OIM-Perú. Exposición con una selección de obras de 31 artistas contemporáneos peruanos y venezolanos, reunidas para pensar la migración forzada venezolana; la mayor en la historia del continente. La curaduría está orientada por cuatro conceptos: palabra, casa, cuerpo, territorio.

Recientemente bajo el título Any Where Temoche realizó una serie de intervenciones performáticas con carpas de colores en espacios públicos de Antofagasta, Chile, Incluidas fachadas de oficinas de migraciones. De este modo logró sacudir, de distintos modos, la consciencia crítica acerca de este fenómeno migratorio.

 

Morriña, 2019 deriva de producciones anteriores de menor escala (video objetos) también centradas en elaborar metáforas sobre el desarraigo. En este caso el artista se apropia de un bote pesquero de madera, descascarado y ajado por el tiempo y el clima, de los que forman parte del paisaje del popular distrito de Chorrillos. Una imagen en movimiento del mar Caribe dialoga con este evocativo objeto, completando el sentido de la instalación. El vaivén de las olas contrasta con el bote detenido, que absurdamente ocupa el garaje de una casa.

 

Estas pequeñas embarcaciones pesqueras tradicionalmente son bautizadas con nombres de personas queridas, de figuras religiosas o bien con palabras o frases que aluden a recuerdos personales. En este caso Morriña (palabra derivada del gallegoportugués morrinha) es el sentimiento de nostalgia o melancolía asociado a dejar atrás el país o la región de origen, los afectos y los lugares de pertenencia.

 

Morriña, 2019 es por tanto un paisaje imaginario en el que se imbrican memorias de las geografías del Pacífico y del Caribe. Temoche parte de su propia historia de vida marcada por una relación afectiva compleja con los territorios y las fronteras, tanto geográficas como simbólicas, de sus dos países de origen: Venezuela y Perú. Al tiempo que acude a los recursos de la autoficción para expandir su imaginario personal.

 

Morriña, 2019 materializa la paradoja del desarraigo convertido en certeza de cara al desplazamiento -físico, afectivo, identitario, político- que supone la migración empujada por difíciles coyunturas sociales, económicas, políticas. De este modo el artista continúa buscando vías para reelaborar memorias individuales y colectivas de carácter traumático asociadas a los desplazamientos. Consiguiendo así reforzar la pertinencia de su práctica como parte de las narrativas visuales desterritorializadas/reterritorializadas de la Venezuela diaspórica.

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